16 de diciembre de 2012. Escrito por mi amigo Gregorio Estévez – Artículo original
Tuve la oportunidad de asistir en ESADE a la presentación del LIBRO BLANCO DE LA INICIATIVA EMPRENDEDORA liderado por la Fundación Príncipe de Girona (FPdGi) y elaborado en colaboración con ESADE y con el apoyo de varias instituciones académicas internacionales de primer orden, documento que se quiere erigir como una de las herramientas guía para el desarrollo de futuros proyectos de la Fundación enfocados a la Iniciativa Joven.
Mediante dicha investigación se analiza la situación emprendedora en España y su comparación internacional y ha de servir para que tanto la FPdGi como la sociedad en general determine que medidas son necesarias para fomentar e impulsar el espíritu emprendedor, sobretodo entre los jóvenes.
En la exposición de la profesora Luisa Alemany me gustó ver la definición que la Comisión Europea daba en el 2004 concluyendo que: “La iniciativa emprendedora incluye la propensión a inducir cambios en uno mismo, la capacidad de aceptar y apoyar la innovación provocada por factores externos, dando la bienvenida al cambio, asumiendo la responsabilidad por las propias acciones, sean positivas o negativas; para terminar lo que se empieza, para saber a dónde vamos, para establecer objetivos y cumplirlos, y tener la motivación para el éxito”.
En una brillante y académica exposición destacaron los gráficos comparativos a nivel europeo y respecto de EEUU, aunque yo eché de menos la opinión de jóvenes emprendedores que nos hubieran hablado de sus valores y cultura respecto a temas tan importantes como son la toma de riesgos, el no tener miedo al fracaso, la capacidad creativa y la confianza en si mismos para emprender en momentos de turbulencia como los que nos toca vivir.
No hay que obviar que los medios de comunicación de Estados Unidos o Noruega le dedican el doble de tiempo a la iniciativa emprendedora que los españoles.
Es cierto que esta situación de crisis parece dinamizar la figura del emprendedor, que no la del empresario que sigue estigmatizado como un especulador económico sin reconocérsele su capacidad de generador de riqueza y empleo, y todo apunta a una cultura que se ocupe de educar a nuestros niños y a los educadores desde el parvulario y en la escuela para fomentar y legitimar el emprendimiento.
Me gusta saber que las redes de business angels están creciendo en España y crece su actividad con buenos niveles de inversión en proyectos tanto en cantidad como en la calidad de los proyectos; quedándonos todavía mucho recorrido en las aportaciones del capital riesgo, muy por debajo de la mitad de la media europea.
Estamos todos obligados a potenciar nuestra cultura emprendedora y potenciar a los jóvenes españoles que reúnen muchos valores para el emprendimiento ayudando,es a resolver los obstáculos de carácter externo (coyuntura económica, acceso financiación, valoración social) como internos (miedo al fracaso, creatividad, actitud hacia el riesgo).
Debemos potenciar la formación en emprendimiento y potenciar como “han dicho” los candidatos en sus campañas la financiación del emprendimiento para desarrollar ocupación nacional a través del desarrollo de un millón de emprendedores que permitan dilapidar el desempleo mediante la ocupación de tres o cuatro personas de media.